Carta desde la casa de verano -Oksana Zabuzhko de Ucrania
Querido: la tierra está mohosa de nuevo. Lluvia ácida: nuestros emparrados de pepinos negros sobresalen de la tierra como alambre rechinado y no estoy segura de la huerta este año. Necesita una buena limpieza pero estoy temerosa de esos árboles. Cuando paseo entre ellos parece como si fuera a pisar algún animal muerto pudriéndose en la alta hierba, algo con gusanos que se arrastra, algo sonriendo con insania bajo el sol ardiente. Y los sonidos me ponen nerviosa: anteayer, en la espesura maullando, el monótono chirrido de un árbol, el escándalo interrumpido de los gansos todos constantemente estirándose por la misma nota. ¿Recuerdas el olmo seco, el que un rayo convirtió en un gigantesco hueso carbonizado el último verano? A veces pienso que se enseñorea sobre el jardín completo infectándolo todo con rabiosa demencia. ¿Los árboles locos cómo actúan? Tal vez corren con furioso arrebato como tranvías descarrilados. En fin, guardo un hacha junto a la cama, n...