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Mostrando entradas de julio, 2010

Luuk Gruwez Courtrai, Bélgica, El arte de amar

Nulidades con sus letras aunque diestros con los labios y brillantes, a veces, en sus bares: los poetas. Italianos que reservan la mentira más audaz para la mujer más bella y que lloran luego a sus madres muertas: los poetas. Se mantienen eternamente jovenes aún cuando ya los restos de sus almas salen humeando de sus pipas. El que huelan casi invariablemente a arenque ahumado, a calzoncillos sucios, y a leche que se ha puesto agria: para eso, al fin y al cabo, son poetas. Charlatanes, embusteros, engendros del señor. Dios nos libre y nos redima de los poetas. Derraman amor por un solo verso en el que siempre ha de ser ahora. -No les importa que toquen a sus mujeres, pero nadie se atreva a tocarles una coma.

Carta desde la casa de verano -Oksana Zabuzhko de Ucrania

Querido: la tierra está mohosa de nuevo. Lluvia ácida: nuestros emparrados de pepinos negros sobresalen de la tierra como alambre rechinado y no estoy segura de la huerta este año. Necesita una buena limpieza pero estoy temerosa de esos árboles. Cuando paseo entre ellos parece como si fuera a pisar algún animal muerto pudriéndose en la alta hierba, algo con gusanos que se arrastra, algo sonriendo con insania bajo el sol ardiente. Y los sonidos me ponen nerviosa: anteayer, en la espesura maullando, el monótono chirrido de un árbol, el escándalo interrumpido de los gansos todos constantemente estirándose por la misma nota. ¿Recuerdas el olmo seco, el que un rayo convirtió en un gigantesco hueso carbonizado el último verano? A veces pienso que se enseñorea sobre el jardín completo infectándolo todo con rabiosa demencia. ¿Los árboles locos cómo actúan? Tal vez corren con furioso arrebato como tranvías descarrilados. En fin, guardo un hacha junto a la cama, n

La caña -Shin Kyong-Rim Ch'ongju- Corea

No se sabe desde cuándo la caña solloza por dentro silenciosamente. Tal vez fue una noche. La caña descubrió que su cuerpo se agitaba. No era el viento ni la luz de la luna. A la caña desconocida era su llanto silencioso el que la agitaba. La caña no sabía que vivir es sollozar por dentro, así: silenciosamente.