Todas las aves Mataremos a todas las aves. A todas. A todas, dijeron los cuervos al anochecer. Y en el silencio de la noche oí cómo alguien en el jardín estaba matando a mis aves. Y supe que ahora mis mañanas estarían sin canción y sentí cómo la tristeza se apoderaba de mi alma. A todas. A todas las aves, dijeron. Y sentí cómo batían alrededor de mí sus alas oscuras y cómo detrás de ellas me observaban los ojos amarillos de los cuervos. ¿Qué buscas, cuervo?, pregunté. Bajo la corteza de mi cráneo no escondo ningún ave. A todas. A todas las aves. Las mataremos a todas, dijo. Y temí que una noche me partiera el cráneo a través de oscuros sueños y que fuera a buscar con su pico demencial, si en el nido de mis pensamientos no se esconden las aves cantoras. A todas. A todas las aves, resollaría. Ahora siento por todas partes en mi nuca los ojos amarillos del cuervo. Mi alma está atravesada. Mi alma es un ave muerta. A todas. Las mataremos a todas. A todas las aves, crascitan los cuervos baj